La esperanza nos hará libres

No todas tenemos una segunda vida para empezarla de cero, pero sí segundas oportunidades para mirarnos al espejo y reconocernos en él como seres nuevos

Lu
3 min readFeb 6, 2024
Poor Things (2023)

Bella Baxter es una niña inocente, un experimento, un cuerpo que siente. Bella Baxter es el deseo, la falta de culpa y la infancia más primitiva. Bella Baxter es lo que todas las mujeres hemos querido ser en algún momento.

Desde que hace un mes se estrenó la versión cinematográfica de la novela de Alsadir Gray nadie habla de otra cosa. No es para menos. Un juego del color inteligente, un vestuario que se ha convertido en el sueño de muchos y una Emma Stone espectacular le han allanado el camino a los Oscar, con once nominaciones. Pero la crítica no recoge el sentimiento, el poso que le queda a una cuando sale del cine y siente que el mundo, a pesar de tener rincones oscuros, está lleno de esperanza. Hablo de mi experiencia, claro, aunque creo que no es aislada. Bella Baxter reencarna a la perfección el hambre femenino y la libertad de saciarlo sin temor a las respuestas del mundo. Es por ello que, desde que el viernes se hizo la luz en la cine y volví a mi casa, no he podido dejar de pensar en ella.

Me encantaría ser todo lo que ella es: una mujer a la que el mundo no le asusta incluso cuando nunca lo ha conocido. Los primeros minutos del largometraje ella es solo una niña que apenas sabe hablar ni coordinar sus movimientos, pero incluso ahí ya tiene esa rebeldía innata e incontrolable que nos come a las mujeres. Dios, que no es otro que el hombre que la ha creado y que la tiene encerrada en su casa, le ha dado una segunda oportunidad, pero ni siquiera sus creaciones pueden controlar lo que jamás podría entender. Pienso en las veces que de pequeña me reñían por mancharme los zapatos o por levantarme el vestido, en las cosas que yo ‘no debía’ hacer pero que para los niños estaban permitidas y siento lo mismo que ella. También pienso en las primeras amistades, en el deseo de saberme comprendida y amada y entiendo que al primer hombre que se le puso en frente le regalara su amor.

La carne es débil y la pasión ruidosa y efímera. Nosotras lo sabemos, que también nos hemos dejado llevar por un hombre que presume de libre y que cuando aplicamos su filosofía nos intenta de atrapar entre las manos. Hay un momento en la película, cuando Bella conoce la otra cara del mundo, la fea y amarga, que dice algo así como: ‘Creo que aún puedo salvarlo’. No de manera heroica ni suicida, sino piadosa. A mí la piedad, como a ella, también me ha valido varios insultos, algún golpe, dolores de cabeza y la sensación de tener el cuerpo vacío. Después llega la resignación, una bajada a los infiernos en los que ella se vuelve puta y el resto nos cortamos el pelo, nos vamos de viaje con amigas o salimos de fiesta hasta acabar vomitando en un portal. Da igual, siempre seremos zorras a ojos del ‘abandonado’. Y después, la resurrección. Volver a arrimarnos al calor de una casa que nos vio crecer, mirar a quienes hemos sido y aceptar que esa parte ya no existe y que ha dado paso a una nueva. Más amable. Mejor. Aunque eso no implique renegar de nuestro principios ni olvidar que existir es una lucha constante en la que cada una tiene que encontrar dónde descansar.

No todas tenemos una segunda vida para empezarla de cero como Bella Baxter, pero sí segundas oportunidades para mirarnos al espejo y reconocernos en él como seres nuevos, mejores, bellos y, sobre todo, únicos.

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